No estás fallando: maternidad y neurodivergencia en una sociedad que no apoya

Hola, bienvenida, bienvenido, a este espacio donde hablamos de la experiencia subjetiva de ser madre o padre de alguien que se desarrolla de forma diferente.

Soy Magüi Moreno, socióloga y madre, y hoy quiero hablarte desde el cruce entre lo personal y lo colectivo. Porque lo que vivimos en la piel también tiene una raíz social.

El post de hoy se titula “No todo depende de ti: la maternidad atípica en una sociedad que no apoya” pero también se podría titular “No eres tú: somos nosotros”.

La carga invisible 

Ser madre ya es, de por sí, una responsabilidad enorme. Pero ser madre de un hijo o hija neurodivergente… es otro nivel de intensidad, amor, incertidumbre y a menudo, de agotamiento.

Desde mi experiencia como madre y como socióloga, lo veo con claridad:


💬 Vivimos en una estructura que ha privatizado el cuidado, que convierte los desafíos individuales en “problemas personales”, cuando en realidad tienen mucho que ver con cómo está organizada nuestra sociedad.

Y así, todo el peso cae sobre tus hombros:
🔹 Las terapias.
🔹 Las escuelas.
🔹 Las adaptaciones.
🔹 Las miradas.
🔹 Los juicios.
🔹 Las culpas que no te pertenecen.



Y mientras tanto, el entorno repite el mantra: “Tú puedes con todo”.
Sí, eres fuerte. Pero eso no significa que debas poder con todo.

El mito de la madre perfecta

Como socióloga lo he estudiado, y como mujer lo he vivido:


👩‍⚕️ Existe un ideal de maternidad que es completamente irreal.
Un modelo que exige entrega total, disponibilidad infinita y una sonrisa permanente.
Pero ¿a qué costo? ¿Quién sostiene a esa madre?

Nos exigimos tanto que cuando no podemos más, creemos que estamos fallando.
Y no es así. No estás fallando tú. Está fallando el sistema.

Nos venden esta imagen de la madre resiliente, paciente, siempre disponible, siempre amorosa, que se sacrifica sin quejarse.
Y muchas veces nos lo creemos.
Nos exigimos ser esa madre perfecta.
Nos culpamos cuando no llegamos a todo.

Pero déjame decirte algo muy claro:
Tú no fallas por no poder con todo.
La sociedad te falla al dejarte sola.

No eres tú, es el entorno

Vivimos en una sociedad que no está hecha para la diversidad. Recientemente, vi un reel en Instagram que ilustraba perfectamente esta realidad: mostraba al padre de un hijo autista en una entrevista de podcast, emocionándose y llorando al contar lo duro de afrontar la neurodivergencia de su hijo. Él decía “ el dolor de tener un hijo autista no es por el niño, es por el mundo. Duele ver a tu hijo al margen, confundido y excluido mientras otros niños entienden instintivamente las reglas y normas sociales. Es ver como el mundo los abruma y sostenerlos en otro colapsos sabiendo que no quieren sentirse así, ahogándose en un mundo que no se detiene por ellos” [ https://www.instagram.com/reel/DIQ_7xJxRwR/?igsh=ajZlNzgzbnh6Mmdn]

Este tipo de testimonios y, sobre todo de sentimientos, no son casos aislados. Reflejan un problema sistémico donde las políticas públicas y las instituciones no consideran las necesidades de todas las personas. 

Esto se traduce en:

  • Escuelas que no se adaptan. 

  • Políticas públicas sobre inclusión a todos los niveles (educativo, laboral, de vivienda) que no llegan, que no se implementan o que, sencillamente, no vienen con recursos que permitan hacerlas realidad.

  • Modelos de salud que patologizan en lugar de acompañar. Por cierto, de esto ya hablé con Manuel Navarro en el episodio 171 sobre la asistencia sanitaria a neurodivergencias.

  • Sociedades que no entienden, no escuchan, no acogen. Que, a lo sumo, se suben al tren de la concienciación una vez al año, superficialmente, de paso, y casi siempre desde el paradigma de la pena, no de la co-responsabilidad.

Y tú ahí, en medio del fuego cruzado, haciendo malabares para sostenerlo todo.

El entorno influye. Las condiciones importan. Cuando no hay red, no es que no sepas saltar: es que no tienes dónde caer. Vivimos en una sociedad que no está hecha para la diversidad. Una sociedad que espera que los niños se comporten “como todos”, aprendan “como todos”, se regulen “como todos”.


¿Y si no pueden? La culpa, otra vez, recae en la madre.

No en el sistema educativo rígido.
No en la falta de apoyos.
No en la falta de comprensión.
No en los prejuicios sociales.

Lo que muchas veces se necesita no es que tú cambies o hagas más, sino que el entorno se transforme. El problema no es individual. Es colectivo. Las estructuras e instituciones están construidos por y para la mayoría neurotípica, a pesar de que la minoría neurodivergente sea ya considerable a nivel de prevalencia. 

Empoderarte, no exigirte más

Desde la sociología del cuidado, entendemos que el autocuidado no es un acto individualista. Es, en muchos casos, una forma de resistencia.

Resistencia frente a una sociedad que se desentiende del sufrimiento cotidiano, que invisibiliza las emociones, que romantiza el sacrificio.

Por eso, cuando hablo de autocompasión o resiliencia, no es para que seas más eficiente, ni más “supermamá”.
Es para que puedas respirar.
Es para que sepas que cuidarte también es una forma de decir “yo importo”.

Cuando hablamos de autocuidado, de resiliencia, de autocompasión…
No lo decimos para que “puedas con todo”, ni para que seas aún más eficiente en tu rol de cuidadora.

Lo decimos porque son herramientas que pueden ayudarte a sobrevivir, a respirar, a no derrumbarte sola.
Son formas de protegerte en medio de una sociedad que no te cuida.

Si hoy estás cansada, frustrada, si sientes que no puedes más…
Quiero que escuches esto:
💛 No eres tú. Somos nosotros.
💛 Somos una sociedad que no ha sabido estar a la altura de tu realidad.
💛 Y eso tiene que cambiar.

No solo te hablo como socióloga. Te hablo como mujer, como madre, como alguien que ha visto –en la teoría y en la práctica– lo que pasa cuando una persona es dejada sola con una responsabilidad colectiva.
No debería ser así. Y no tiene por qué seguir siéndolo.

Porque tú no estás fallando. Estás sobreviviendo. Estás haciendo magia con lo que tienes.

Y desde aquí, desde este humilde espacio, quiero recordarte:

👉 No estás sola. No deberías estarlo. Y no tiene por qué ser así siempre.

👉 Eres parte un colectivo cada vez mayor, cada vez más vocal, cada vez más empoderado, que ya está cambiando muchas cosas a nivel social, aunque aún quede mucho camino por delante.

Gracias por leer, por darte este momento.
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Y recuerda: lo estás haciendo bien.
No eres tú.
Somos nosotros… y todavía estamos a tiempo de hacerlo mejor.

Hasta la próxima 💛


 

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Cuéntame, ¿Sientes que el entorno te ha dejado sola en la crianza de tu hijo/a neurodivergente?

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Magüi Moreno

Empowering parents of neurodivergent children through mindful emotional support and parent coaching. Navigate autism, ADHD, and more with confidence and connection.

http://www.maguimoreno.com
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