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Mentalidad, Herramientas, Cuida de ti Magüi Moreno Mentalidad, Herramientas, Cuida de ti Magüi Moreno

Cómo ser "fuerte"

Ante las adversidades de la vida, cualquier hijo de vecino te dirá “hay que ser fuerte”. Pero, ¿en qué consiste esto cuando nos referimos a una dificultad como el autismo de tu hij@? Aquí te planteo 5 preguntas-clave que te pueden ayudar.

Ante las adversidades de la vida, cualquiera te dirá “hay que ser fuerte”. Pero, ¿en qué consiste esto cuando nos referimos a una dificultad como las diferencias de desarrollo de tu hij@? ¿Significa acaso resignación? ¿Paciencia? ¿Estar siempre a pie de batalla? ¿Dispuest@ a pelearse con la vida misma, cual Quijote enrabietad@?

 

Aquí te doy 5 preguntas-clave para "darle la vuelta a la tortilla" y poder interpretar las dificultades como oportunidades desde la aceptación de todo lo que nos ocurre en la vida, lo veamos como positivo o como negativo. Aceptar es siempre el primer paso, y el más difícil. Porque consciente y racionalmente, muchos de nosotros podemos decir que hemos aceptado “la diferencia” de nuestro hij@. Pero a nivel de sentimientos y de acciones, a menudo nos resistimos, nos rebelamos, negamos inconscientemente que esta sea su (y nuestra) realidad.

 

¿Has oído hablar de la resiliencia? Es un término de la psicología positiva que se refiere a nuestra capacidad de afrontar la adversidad y de adaptarnos a lo que surge en nuestras vidas. Hoy en día se dice que la resiliencia es más crucial que la autoestima para llevar una vida plena y realizada. ¿Por qué?

 

La resiliencia es un músculo que ejercitamos a diario y ante cualquier situación que exija un cambio de perspectiva o de acción.

 

La autoestima es lo que pensamos de nosotros, pero esto a menudo se desinfla con facilidad cuando las cosas no van como queremos.

 

Así que, ante el complejo y desbordante desafío del autismo, el TDAH, el síndrome de Down, la parálisis cerebral, etc. en nuestra familia, nuestra fortaleza (entendida como resiliencia) es no sólo necesaria para mantenernos a flote sino que se convierte en un círculo virtuoso. Un círculo de aceptación, de aprendizaje, de menos resistencias, de menos sufrimiento, y así cada vez hacia un mayor sentimiento de paz y de confianza ante la vida, sea cuales sean las circunstancias.

 

Aquí van las claves. Ante una situación que tú no hubieras elegido, pregúntate:

 

1. ¿Qué puedo aprender de esto? ¿Cómo puedo crecer / madurar / mejorar / evolucionar? (usa el verbo que mas te resuene)

El hecho irrefutable es que los humanos aprendemos a través de la adversidad o los desafíos. Somos máquinas de resolver problemas. En realidad los problemas los creamos nosotros, o más bien, nuestra mente. Nada en sí es un problema o una ventaja, sino solo en tanto que lo vemos así.

 

2. ¿Qué regalos “escondidos” me trae esta situación?

Puede que te cueste verlos durante un tiempo, pero están ahí y solo tienes que reconocerlos desde el corazón y no desde la mente (tu intuición, tu sexto sentido, o el hecho de que sabes algo aunque no sepas exactamente como).

 

3. ¿De qué me libera?

Esta puede parecer una pregunta extraña, pero cuando afrontamos lo que percibimos como dificultades, tenemos una oportunidad única de soltar lastre. De cambiar algo en nuestra vida dejando marchar, soltando, liberándonos. Ya sea de una rutina o hábito que ya no nos sirve, de personas que ya no aportan nada a nuestra vida, de actividades que nos hacen perder energía… de lo que sea. 

 

4. ¿Qué recursos tengo para afrontar esto?

Tienes muchos y los verás cuando te quites el sesgo negativo de tu mente (es un hecho estudiado y probado que la mente humana se enfoca en lo que no va bien por encima de lo que sí). Siéntate y haz una lista: ingenio, amor, amigos, familiares, dinero, conocidos, contactos, profesionales, tiempo, estudios, motivación, interés, acceso a información, redes de apoyo formal e informal, servicios públicos, curiosidad, etc….

 

5. ¿Cómo puedo YO pasar a la acción? ¿Qué voy a vivir de manera diferente?

Esta pregunta es fundamental pues es la clave de la resiliencia. Pasar de recibir a dar, de ser el sujeto pasivo de algo que nos sucede a crear una respuesta que nos sirva en esa situación.

 

La resiliencia es el regalo que te haces cuando te devuelves el poder.

El poder de decidir. 

 

Recuerda: Siempre tienes opciones. Aunque tu mente las niegue, el poder de interpretación, y por tanto, de decisión es tuyo. Claro, dirás, pero yo no quiero que mi hij@ tenga este trastorno o esta diferencia neurológica. O yo no quiero que le pase esto. O que me pase esto a mí. Eso no está en tus manos. Lo que ya es una realidad no cabe más que aceptarlo. Lo que TÚ haces con esa realidad es tu prerrogativa. Ahí radica tu poder y la magia de cambiar tu percepción y por tanto la realidad de lo que te rodea. Recuerda que la mente es el filtro por el que nos llega lo que nos ocurre a nuestro alrededor. Limpia ese filtro y lo verás todo con otra luz. No se trata de negar el dolor de lo que es difícil, de lo que nos causa fuertes emociones, de la incertidumbre de la vida.

 

El mar tiene olas, pero no por eso tenemos que ahogarnos (esa sería una decisión, no un destino).

 

Aprende a y practica navegar con, no contra, las olas del mar y verás como llegas lejos y puedes disfrutar mejor de la travesía.

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Estas preguntas se enfocan en TU resiliencia, como padre o madre de un hij@ diferente. Ayudar a que tu hij@ desarrolle su propia resiliencia es también fundamental, sobre todo teniendo en cuenta que vive en un mundo que no siempre le va a comprender o ayudar. Como padre o madre, vas a poder enseñar a través de tus acciones, de tus palabras. Vas a poder modelar para ellos la practica de la resiliencia a diario. Y por supuesto investigar y facilitarle métodos y técnicas sobre gestión emocional y habilidades sociales que sean especificas para personas con TEA y que les ayuden a incrementar su propio poder de adaptación.

 

Pero, como siempre, vuelvo a TI. Aquí nos enfocamos en TU bienestar, en TU capacidad de adaptación, en TU poder de crecimiento tanto a través del desafío de la diferencia de desarrollo de tu hij@ como a través de los millones de micro (y macro) desafíos que surgen en tu vida, como en la de todos.

 

Porque finalmente la calidad de nuestra vida SI depende de nosotros. Pues depende de nuestra percepción, y de nuestra mentalidad. Depende de los filtros a través de los cuales vemos la vida. La resiliencia nos hace abrirnos a la experiencia que sea para aprender de ella, para pasar por ella y salir al otro lado más fuerte, más consciente de nuestro propio poder de adaptación y de aceptación. Lo contrario de la resiliencia es la resignación, es el sentimiento de que no podemos hacer nada, de que no tenemos poder para nada. En el fondo esto es una estrategia de miedo por parte de nuestro inconsciente, que nos quiere distraer del riesgo que nuestra mente se imagina supone afrentar el desafío y cambiarnos por el camino.

 

Te dejo con una oración/petición/cita muy conocida y que establece las bases para la resiliencia (si la palabra "Dios" te rechina, cámbiala por otra que te resuene): 

Que Dios me dé la serenidad para aceptar lo que no puedo cambiar, el coraje para cambiar lo que sí puedo, y la sabiduría para saber cual es cual.

 


¿Qué te han parecido estas 5 preguntas-clave? ¿Por qué? ¿Echas de menos algo que te parece importante? ¡No dudes en dejar tus comentarios aquí abajo! Tu aportación es valiosa y le puede servir a otras personas como yo y como tú, en una situación similar. Si te ha gustado, ¡compártelo y ayúdame a llegar a más personas! 💙

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Mindfulness de rescate

Aquí te doy 6 claves para practicar el mindfulness de rescate en momentos difíciles, que son muchos cuando tu hij@ tiene desafíos adicionales por sus diferencias neurológicas. Todos son sencillos, prácticos y de aplicación inmediata.

El mindfulness está muy de moda. El mindfulness vende. Pero yo no estoy aquí para empaquetarte una moda e intentar vendértela. Habrá gente que diga “esto del mindfulness en realidad es sentido común”. En parte es cierto. Pero una de las razones por las que el mindfulness está tan moda hoy en día, es que cada vez vivimos más victimizados por nuestra mente y nuestros propios pensamientos. Nuestras sociedades están cada vez más dominadas por todo aquello que tiene que ver con la mente - la ansiedad, el estrés, la tecnología, las distracciones continuas, el trabajo por encima de todo, el miedo a no ser/tener/hacer lo suficiente… 

 

Te cuento todo esto para que tomes conciencia de la importancia de comprender de donde viene nuestra infelicidad y nuestro estrés. No es lo que nos pasa, es lo que hacemos con lo que nos pasa.

 

Tu problema no es la diferencia de tu hijo o hija,  tu problema puede ser como lo vives TÚ.

 

Ante todo, ten compasión de ti mismo - cuídate y háblate bien porque la manera de pensar, de sentir y de estar en el mundo suele estar programada desde hace muchos años y a la mayoría nos cuesta tiempo y energía transformar nuestro paisaje interior para poder disfrutar mejor del exterior. O sea, ten paciencia. No decaigas. Empieza…. Y sigue…

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Pero ¿qué quiero decir exactamente con esto del mindfulness o atención plena?

 

El mindfulness es prestar atención al aquí y ahora de manera intencionada y sin emitir juicios.

 

Parece fácil, ¿verdad? La realidad es que A TODOS nos resulta extremadamente difícil mantenerlo durante más de unos pocos segundos. ¿Por qué? Porque operamos principalmente desde la mente, que siempre está mirando hacia el futuro o recordando algo del pasado. Los pensamientos son productos mentales automáticos: vienen a tu conciencia los quieras o no. Pero el proceso de pensar es opcional. Pensar equivale a seguir a esos pensamientos que nos surgen, y a menudo, perderse en ellos con consecuencias no siempre saludables para nuestro estado emocional. 

 

Aquí te doy 6 claves para practicar el mindfulness de rescate en momentos difíciles:

 

1. Respira

Respira con conciencia. La respiración es la única función automática que podemos controlar y que tiene efectos fisiológicos inmediatos. ¿Estás estresado? ¿Saturada? Respira. Hay mil técnicas diferentes, pero al final todas coinciden en lo mismo - usa la respiración como anclaje. Cuando te des cuenta de que estás pensando, vuelve a enfocarte en tu respiración. Y así, una y cien veces, a lo largo de cuantos minutos puedas dedicarle. 

 

Consejos prácticos: 

  • Si te ayuda, puedes contar un número predeterminado de exhalaciones - un mínimo de 20 por ejemplo te llevará 1 o 2 minutos.

  • Intenta respirar profundamente, es decir, que tu tripa se infle (ayuda poner las manos levemente sobre la misma).

  • No tienes que estar a solas ni en un lugar silencioso. Todos respiramos todos los minutos de nuestra vida, al final se trata solo de prestarle atención durante unos instantes.

  • Si quieres saber mas sobre técnicas de respiración consciente, mira aquí

 

 

2. Acepta lo que sientes y conecta con tu cuerpo

Cuando tus emociones te “desborden”, quédate con ellas en tu cuerpo. Siéntelas, no te resistas. Sobre todo, “no las subas a la cabeza” - date cuenta de cuando te estas contando una historia sobre lo que estas sintiendo, cuando estás racionalizando, cuando estás justificando, etc. Vuelve al cuerpo: qué sientes, dónde lo sientes, quédate ahi. Tus emociones necesitan “circular” por tu cuerpo. Son como subidones de energía que han de manifestarse y ser absorbidos en tu cuerpo.

 

Consejos prácticos:

  • Si la situación en la que estás no te permite sentir la emoción en su plenitud (no es apropiado por las razones que sean), por lo menos reconócela (“estoy enfadada”) e intenta no perderte con justificaciones ni historias mentales. Enfócate en tu respiración hasta que la intensidad baje.

  • Si estas sol@ y puedes darle rienda suelta, no tengas miedo de la intensidad de esas emociones. Nadie se ha muerto nunca de vergüenza y ademas la vergüenza es solo tu mente machacándote con historias de lo que esta bien (hacer como si nada, controlarse) y lo que esta mal (gritar, chillar, perder el control).

  • Si sientes que has de expresar fisicamente con intensidad una emoción (la de la ira sobre todo), sé compasivo contigo mism@. La ira no es negativa, pero lo que hacemos con ella si puede serlo (no hieras a nadie, ni destruyas algo que aprecies, ni hagas/digas algo de lo que luego te vas a arrepentir).

 

 

3. Enfócate en una cosa a la vez. 

Quien dijo que el llamado “multi-tasking” era la bomba, se equivocó. Bueno, ¡es una bomba de estrés en tu cabeza! Los humanos solo podemos estar a varias cosas cuando son tareas de tipo rutinario/automático (por ejemplo conducir, ir en bici, o cepillarse los dientes). Y aun así, nos perdemos mucho cuando andamos enfrascados en más de una actividad. Tenemos que realizar una autentica revolución “monotasking” - hacer una sola cosa en cada momento. Hoy en día esto es uno de los mayores desafíos de nuestro estilo de vida: estamos hablando con alguien mientras hacemos la cena, miramos nuestro móvil y le gritamos a nuestros hijos. La locura. Ni estás conectando con nadie, ni estás disfrutado de las sensaciones y los olores de la comida, ni estás prestando atención a nada. Como dijo Simone Weil:

 

Prestar atención es la forma más pura de ser generoso.

 

Presta atención a una tarea en cada momento. Lo harás mejor. Lo disfrutarás más. Serás más eficaz.

 

Consejos prácticos:

  • Bájate todo eso que te llena la cabeza. Escribe listas. Textos. Grábate. Suelta la cacofonía mental plasmando lo que te ronda por la cabeza en un papel.

  • Date cuenta de cuando la mente te interrumpe para que atiendas a otra cosa. Decide si procede o no.

  • Usa tu cuerpo, y no solo tu mente, cuando estés realizando una actividad. El cuerpo añade todo un nivel de sensaciones a lo que hacemos. No las ignores.

 

 

4. Vive en el aquí y ahora. 

El único momento que existe es ahora. Nunca es ayer, nunca es mañana. Solo es ahora. Vive tu momento presente con aceptación, porque solo desde la aceptación puedes responder con presencia y tal vez crear algo nuevo (una solución, una respuesta, una conexión, un dejar ir…. lo que te surja en ese momento). Claro, que bonito y que místico, pero ¿esto cómo se lleva a la práctica? ¿Qué pasa con la planificación, tomar decisiones, encajar compromisos varios? A pesar de que nuestras mentes crean historias después sobre lo que sucedió o se pierden pensando en el futuro, todo lo que hacemos sucede en el ahora y muchas veces sin pensarlo tanto. ¿El secreto para eliminar el estrés al planificar y decidir? Enfócate en una sola decisión y ACTÚA. A menudo nos preocupamos por eventos, dificultades o situaciones que son meros pensamientos en nuestra cabeza. El futuro no existe. Es solo un pensamiento en tu mente, que proyecta algún evento pasado o emoción no resuelta en un futuro paisaje imaginario. 

 

 

Consejos prácticos:

  • Haz un experimento muy sencillo: durante una hora intenta darte cuenta de qué tipos de pensamientos tienes ¿Son sobre el pasado? (Algo que te ha sucedido) ... o por el contrario ¿piensas siempre en el futuro? (Lo que tienes que hacer..). Esto te dará muchas pistas sobre tus tendencias mentales.

  • Pregúntate: ¿realmente necesito o es realista pensar que tengo que saber cómo va a ser mi vida en 1 año, en 1 mes, en 1 día?

  • Pregúntate: ¿es cierto que sé lo que me va a pasar tan sólo por recordar experiencias pasadas? La vida parece que se repite porque nos enfocamos en lo que creemos que se repite. Recuerda que estás creando tu vida desde tu interpretación de la realidad.

  • ¿En este instante mismo… qué problema tienes? En este instante mismo.. ¿lo puedes cambiar? Entonces, actúa. ¿No lo puedes cambiar? Acepta y ábrete a la posibilidad de que haya otra solución.

 

 

5. Disfruta de no hacer nada. 

¿Sientes que no puedes parar? Esa es tu mente llevándote como jockey sobre un caballo galopando. Todos tenemos ese miedo primordial a no ser suficiente… a no hacer suficiente, a no tener suficiente. Pero ese “suficiente” es un pozo sin fondo. Incluso las personas que consiguen todo lo que se proponen pueden ser de las más infelices, porque han equiparado la paz y el bienestar con el conseguir, pero finalmente el conseguir no les ha traído lo que buscaban. Libérate de ese jockey - tu cuerpo, tu cerebro, todo tu ser necesita periodos de inactividad al igual que periodos de actividad.

 

Tu valía no depende de tus resultados. Tus resultados no siempre dependen de ti.

 

Consejos prácticos:

  • Asocia la inactividad a algo positivo: auto-cuidado, regeneración, “recargue de pilas”. No puedes dar de donde no tienes.

  • Regálate momentos libres de tecnología a diario.

  • Regálate momentos de silencio a diario (aunque sean unos minutos).

 

 

6. Da gracias. 

Esto te permite: a) enfocarte en lo bueno (¡verlo!), y b) cambiar tu mentalidad hacia lo que ya tienes en tu vida (y no lo que te falta). Porque es importante entender que la mente está diseñada para la supervivencia, es decir, para identificar lo que no va bien, lo que nos falta - es el llamado "sesgo negativo". Ademas varios estudios aseguran que el agradecimiento es un hábito muy sencillo con grandes beneficios: incremento de la felicidad, aumento de los niveles de energía,  sentirte mejor en tu cuerpo, tener más resiliencia (o aguante), mejoras en las relaciones con tus seres queridos, etc..

 

Consejos prácticos:

  • Empieza por ti mism@: Sé amable contigo mism@ (háblate y trátate bien). Da gracias por tu vida. Todos tenemos momentos difíciles, pero también momentos de gran felicidad. No puedes tener lo uno sin lo otro. Agradece todo en su justa medida.

  • Crea un ritual de dar gracias. Puede ser a diario, o semanal. Puede ser por escrito (el llamado “diario de gratitud”) o puede ser oral. Hay mil maneras de hacerlo y encontrarás mucha info online.

  • Crea un ritual de dar gracias y de conectar - o sea agradece en compañía. Por ejemplo, en mi casa, damos las gracias por 2 cosas a diario cuando estamos cenando. Así nos lo contamos y podemos conectar entre todos. Además es una excelente rutina para los hijos con diferencias neurológicas, para que vean el poder de la introspección, para sentirse vistos y oídos, y para que sus experiencias sean "validadas" tanto internamente como externamente.

 

 

No te satures. Escoge lo que más te haya resonado de esta lista y ¡adelante! Te sugiero que empieces siempre por la respiración… lo demás puedes ir probándolo en diferentes situaciones y viendo que resultados te trae.

 


¿Qué te ha parecido este post? ¿Qué te llevas de él? ¿Has echado en falta algo? ¿Quieres compartir alguna otra idea? No dudes en dejar un comentario aquí abajo y te contestaré en breve. Recuerda que todo lo que aportes le puede servir a otro padre o madre en una situación similar. Si te ha gustado, ¡compártelo y ayúdame a llegar a más personas! 💙

 

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Los 3 pilares de mi trabajo

En este post te cuento algo más sobre las tres disciplinas en las que baso mi trabajo: el coaching estratégico, el mindfulness y la terapia transpersonal. Las tres tienen algo fundamental en común - la base de todo desarrollo personal: la observación de nuestros comportamientos para conocernos mejor, entender lo que nos motiva y por qué. Y ¿para qué? Para liberarnos de nuestros propios bloqueos, tomar mejores decisiones y vivir con plenitud.

Como sabrás, soy coach, terapeuta transpersonal y experta en mindfulness y hoy quiero contarte cómo la potente combinación de las tres disciplinas ha transformado mi vida.

 

¿Que tienen que ver el coaching, el mindfulness y la terapia transpersonal? 

 

Las tres tienen algo fundamental en común - la base de todo desarrollo personal:

La observación de nuestros comportamientos para conocernos mejor, entender lo que nos motiva y por qué.

 

Y los tres operan desde el mismo punto de arranque, aunque sus técnicas y herramientas difieran. Tanto un coach, como un terapeuta transpersonal o un profesor de mindfulness no te dan consejos. Te escuchan atentamente, te entienden, no te juzgan ni te cuestionan. Eso si, te preguntan. Te preguntan mucho. Porque en definitiva, yo veo cualquier disciplina de apoyo psicológico como el trabajo de una comadrona. La que tiene que "dar a luz" es la madre (el cliente o paciente), no la comadrona (el coach, terapeuta o psicólogo). El profesional está ahí para ayudar, para ofrecer alivio, para guiar el proceso, y sobre todo para preguntar y que el cliente dé a luz con mayor facilidad y conciencia a sus propias "respuestas".  

 

Ya, pero ¿para qué? ¿Para qué no sirve conocernos mejor?

 

  • Para liberarnos. Liberarnos de creencias y miedos que nos limitan, que nos bloquean y que a menudo no sabemos siquiera que están ahí o por qué están ahí.

  • Para dejar de auto-sabotearnos. ¿Por qué no hacemos las cosas que decimos que queremos hacer? Es un poco de locos, ¿no? La autoindagacion nos permite darnos cuenta de por qué y cómo nos ponemos la zancadilla constantemente sin darnos cuenta. De lo que se esconde detrás de nuestro auto-sabotaje y como cambiarlo.

  • Para gestionar mejor nuestras emociones, sobre todo aquellas que más nos cuesta sentir, aquellas que se nos han quedado atascadas, aquellas que nos causan sufrimiento.

  • Para aclarar nuestros valores, nuestras reglas… en definitiva el compás por el que queremos regir nuestras vidas. Sin esto nos perderemos una y otra vez, pues adoptaremos el compas de otros y viviremos saltando de aquí para allá, sin una dirección clara y coherente.

 

No podemos llegar a donde no sabemos que queremos ir.

Photo: Karsten Wurth

Photo: Karsten Wurth

 

¿En qué se diferencian?

 

En términos muy sencillos:

  1. El coaching es un proceso de apoyo para conseguir un objetivo concreto.

  2. El mindfulness es la práctica de prestar atención al momento presente sin juzgar.

  3. La terapia transpersonal permite sanar un problema desde la totalidad del ser, y no sólo desde la mente.

Obviamente podría decir mucho más sobre cada uno, pero el objetivo de este post es informarte de como yo trabajo con los tres, no de escribir un largo tratado sobre las disciplinas de acompañamiento psicológico (si quieres indagar más, te recomiendo leas más sobre el coaching aquí, sobre la terapia transpersonal aquí y sobre el mindfulness aquí).

 

Además las tres disciplinas se diferencian:

  • En su enfoque: mientras la terapia transpersonal nos lleva a indagar en nuestro pasado y el coaching se enfoca en lo que queremos conseguir en el futuro, el mindfulness nos invita a conectar con nuestro presente - la fuente de todo nuestro poder. Por eso la tres juntas proporcionan una triada efectiva para re-enfocar nuestra vida.

  • En las herramientas que usan: el coaching trabaja fundamentalmente a través de objetivos como enfoque para el trabajo de transformación interior. El mindfulness te da practicas sencillas para prestar atención al aquí y al ahora y poder así observar todo lo que pasa por tu cuerpo, mente y conciencia. Con la terapia transpersonal a través de tus propias preguntas y del diálogo con el terapeuta se crea una escucha profunda para que surjan respuestas, desde un nivel de conciencia diferente (digamos desde una parte de ti que de la que no sueles ser consciente).

 

En realidad hay solapamientos entre cualquier trabajo psicológico. La terapia es para solucionar algún problema que tengas mientras que el coaching es conseguir un determinado objetivo. Aunque claro, al ir a por esos objetivos, pueden surgir problemas o bloqueos que, o bien se re-dirigen hacia un terapeuta o bien se tratan con otras fórmulas dentro del coaching (PNL, inteligencia emocional, etc.). Al buscar un terapeuta mucha gente quiere alguien con el que pueda desahogarse, compartir sus inquietudes, tirar del hilo interno. El terapeuta no tiene el rol de rendición de cuentas, mientras que el coach sí. El coach te apoya para llegar de un punto inicial a otro diferente. Los procesos terapéuticos son menos lineares y pueden durar mucho tiempo (y por ello causar problemas de dependencia). Mientras que un buen coach busca la independencia del cliente: que descubra, aprenda y use los recursos necesarios para conseguir objetivos por su cuenta.

 

 

¿Por qué uso las tres con mis clientes y en mi trabajo?

 

Porque las tres disciplinas y prácticas han cambiado mi vida. Porque las tres proporcionan la combinación mas potente, integral y amable que conozco para examinar, reconocer y transformar nuestra vida. Personalmente conocí primero el mindfulness y la terapia transpersonal en un momento muy especial de mi vida, cuando me costaba ser madre, y después el coaching en otro momento crucial: justo antes del diagnóstico de autismo de mi hijo.

 

Hoy puedo decir que sin el trabajo previo que había realizado conmigo misma en los años anteriores a ese momento seguramente me hubiese venido abajo. Esto no quiere decir que no lo haya pasado mal, que no haya tenido (y tengo aún) momentos muy duros, que no sienta miedo o ansiedad. Pero ahora me doy cuenta de todo y, lo mas importante, de la intención positiva de todo. Y puedo por lo tanto responder desde una parte más sabia, más consciente de mi misma, como su estuviese a unos cuanto metros de altura y pudiera verlo todo con mayor claridad.

 

Porque las tres disciplinas, y los profesionales con los que he trabajado, me han permitido darme cuenta de mi programación y cambiarla para coger el timón de mi vida.

 

Por eso, cuando me sentí fuerte, cuando me di cuenta de que incluso la persona más auto-exigente y ansiosa, o sea yo, si fui capaz de aceptarme, de relajarme, de amar incluso las circunstancias mas adversas con 40 años, cualquiera era capaz de hacerlo. 

 

Así que te invito a no rendirte, a luchar por tus sueños, sean personales, profesionales o familiares. Cada día veo más y más personas que despiertan, que cambian sus creencias limitantes, que se re-encuentran consigo mismas, que aprenden a escucharse y a tomar mejores decisiones... 

 


Si tienes cualquier pregunta o duda ponte en contacto conmigo dejando un comentario abajo. De esa manera, podemos ayudar a más personas que tengan inquietudes similares y lleguen hasta aquí. ¡Muchas gracias por leerme!

 

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